sábado, 15 de octubre de 2011

ALERTA DE VIRUS de Suplantación de identidad

Querid@s amig@s,

A las 09:36 de esta mañana de manera fraudulenta fue enviado un post a este espacio, el cual fue distribuido sin moderación a suscriptores y otras personas cuyas direcciones se encuentran en algunos directorios asociados. Mientras resolvemos el problema, hemos deshabilitado todas las opciones de enviar y recibir post a este espacio.

Rogamos disculpas por los inconvenientes causados y recomendamos actualizar sus sistemas de antivirus,

martes, 9 de noviembre de 2010

MEXICO La ONU reclama esclarecimiento masacre Tamaulipas Página 12


LA ONU RECLAMO SU ESCLARECIMIENTO


La masacre de Tamaulipas
 

El relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para las Migraciones, Jorge Bustamante, reclamó ayer al gobierno de México una explicación clara de la masacre de 72 migrantes, ocurrida en agosto pasado en el norteño estado de Tamaulipas. El presidente Felipe Calderón prometió castigo a los culpables de los crímenes.


Al margen del IV Foro Mundial sobre Migración y Desarrollo, que sesiona en el balneario occidental de Puerto Vallarta, Bustamante le pidió a Los Pinos que informe la política que adoptarán para evitar que se repitan hechos como esta matanza. El 25 de agosto, 72 hondureños, brasileños, salvadoreños y ecuatorianos fueron asesinados en un rancho de la localidad de San Fernando. El crimen de los migrantes que pretendían cruzar a Estados Unidos fue adjudicado a los sicarios de Los Zetas, quienes oficiaban antes como el brazo armado del cartel del Golfo. “Tenemos que escuchar del gobierno de México algo diferente a que solamente es el crimen organizado el culpable”, remarcó Bustamante.


“Puedo asegurarle al mundo que estamos llevando y seguiremos adelante con las investigaciones hasta las últimas consecuencias porque no nos detendremos con haber detenido únicamente a una buena parte de los responsables, sino hasta agotar precisamente la persecución de todos estos criminales”, respondió el presidente Calderón.


domingo, 7 de noviembre de 2010

BRASIL Bienvenida al Club Página 12



Dilma ya tiene su carnet


LA LLEGADA DE DILMA ROUSSEFF AL CARGO MAS IMPORTANTE DE SU PAIS IMPONE UN ANALISIS DEL FAMOSO CLUB DE GENERO


PIDIENDO A LAS MADRES QUE MIREN A LOS OJOS A SUS NIÑAS Y QUE LES DIGAN QUE SI, QUE UNA MUJER PUEDE, DILMA ROUSSEFF DABA SU PRIMER DISCURSO LUEGO DE SER ELEGIDA PARA EL CARGO MAXIMO DE SU PAIS. LA LLEGADA DE DILMA A ESTA NUEVA CAMADA DE MUJERES PRESIDENTAS EN LATINOAMERICA EXIGE UNA MIRADA ATENTA A LOS CONCEPTOS RENOVADOS DE LA DEMOCRACIA QUE SE ESTAN PLANTEANDO EN LA REGION Y A LA IMAGEN DE MUJER QUE LOS MANUALES ESCOLARES MUY PRONTO DIVULGARAN ENTRE LAS NUEVAS GENERACIONES.


Por Liliana Viola


Para quienes fuimos niños en el siglo XX, las mujeres importantes de Latinoamérica eran tres: Gabriela, Alfonsina y Juana. La chilena de las canciones de cuna que nunca tuvo hijos pero que ganó el Nobel, la uruguaya beldad a quien las rosas, rosas, rosas en sus manos crecían y que se recluyó antes de hora para que no le vieran su piel marchita, y la argentina, enjaulada por un hombre pequeñito que elige como fondo el mar con sirenas y caracolas allá en La Perla, Mar del Plata. Las mujeres latinoamericanas en la escuela eran poetisas, musas de América, transidas de amor. Más allá de la ironía de ex alumna, debemos agradecerle al recorte pueril, la gracia inspiradora de las rimas, el contacto con las metáforas, el trabajo de hermeneutas que provocó, la inteligencia de las señoras que se adivinaba en los versos, la elección –que también se adivinaba– de un destino de intelectual, una elección “por afuera”. El recorte de estampita casi patriótico obturó a las brasileñas y a muchas otras escritoras contemporáneas que cada uno debió buscar después. También –después supimos– recortó el trabajo y la biografía de las mismas tres poetisas. Todo el género –se diría ahora– quedó afuera como si nada.


Club de chicas


¿Serán tres presidentas, o más, las figuras femeninas para los escolares del siglo XXI? O finalmente no habrá excepciones femeninas en la currícula? Michelle Bachelet, Cristina Kirchner, Dilma Rousseff. No, ya son más: Laura Chinchilla desde febrero de 2010 es presidenta de Costa Rica, Kamla Persad Bissessar, desde mayo de 2010 primera ministra de Trinidad- Tobago. Quiera diosa que el recorte escolar no las subtitule como Michelle la sin marido, Cristina la esposa, Dilma la ahijada, etiquetas que tanto oposición como oficialismo repiten como si hubiera una necesidad vital de reponer una genealogía, donde ahora el que pare es un hombre, en la aparición de estas damas con poder, jefas de Estado. No son las primeras presidentas de Latinoamérica. Los contadores ya suman 12 con Dilma. Pero también es verdad que las elegidas en este nuevo siglo tienen muchas diferencias con sus predecesoras. Dejando en los setenta a la siempre citada Isabelita cuando se quiere hablar de la ineptitud y hasta de la perversidad de las mujeres al poder, los años noventa vieron asumir a Violeta Chamorro, con su proyecto neoliberal que le ganó al Frente Sandinista de Liberación Nacional con el 54 por ciento de los votos y a Mireya Elisa Moscoso Rodríguez, la primera mujer en ejercer la presidencia de la República de Panamá, entre 1999 y 2004. Otras más llegaron al poder también, aunque por ausencia del primer mandatario: Rosalía Arteaga, vicepresidenta de Ecuador, asume por unos días, cuando el presidente renuncia; Janet Jagan, siendo vicepresidenta de Guyana asume la presidencia luego de la muerte de su marido el presidente.


Fue elegida como la mejor jefa de Estado en los 200 años de historia de su país, muy lejos del segundo puesto que obtuvo Jorge Alessandri y Santos, el presidente del que Bachelet habría heredado el poder. Salvador Allende ocupa el quinto lugar, seguido de cerca por el dictador Augusto Pinochet...


La diferencia en este club que inicia Bachelet radica, entre otros puntos, en que todas vienen a continuar, no el proyecto de un varón, sino el proyecto político, ideológico y económico que ha ejercido con éxito el anterior presidente. Lo continúan, pero no porque llegan tarde o después de ellos, sino porque ya desde mucho antes estaban trabajando, y en puestos claves, en ese proyecto. Las mujeres presidentas de este siglo XX representan modelos progresistas, de izquierda, que con diversos matices y contramarchas están compartiendo muchos países de Latinoamérica. Los análisis políticos, por el momento, siguen con la inercia de la esposa heredera, de la secretaria que le ocupa el lugar al jefe por un rato, la marioneta. Así es que aun en los mejores intencionados aparece el rastreo de fricciones ocultas, de la pálida sombra frente al verdadero hombre de poder. ¿No será que acostumbrados a esta inercia de mujeres recortadas por la liturgia escolar nos estamos perdiendo una parte importante de este juego? Prácticamente no se habla de cooperación entre dos personas poderosas y con un amplio potencial electoral, que a la sazón son un hombre y una mujer ni en el caso de Argentina ni en el de Brasil. Conveniencias, acuerdos, beneficios compartidos y hasta compañerismo parecen móviles reservados a los políticos varones. Seguramente, con el tiempo, analizadas las experiencias tanto de la presidenta argentina como de la brasileña quede demostrado que en política, la amistad entre el hombre y la mujer es posible.


Dilma y su espejo retrovisor


Uno de los últimos y más desesperados ataques que recibió Rousseff de parte de su rival, José Serra, fue aquello de que “usaba demasiado el espejo retrovisor”. Más allá del avance que conlleva una metáfora que apunta a la conducción automovilística aplicada a una mujer teniendo en cuenta lo instalado que está aún el consejo de “andá a lavar los platos”, Serra estaba poniendo el dedo en una llaga histórica y de sensible actualidad. La llaga de la historia de un país y un continente marcados por años de dictadura que hoy, con tres décadas de democracia y una economía en vías de recuperación –en el caso de Brasil exultante– está más apto para mirar hacia atrás, revisar lo que los gobiernos últimos hicieron al respecto y sostener sin peligro de perder la gobernabilidad políticas que alienten la memoria y apunten a la dignidad aunque voces críticas de izquierda duden mucho de que la brasileña llegue a la revisión de juicios a torturadores y dictadores como sucedió en la Argentina o incluso lleve a cabo sus promesas sobre la ley de aborto que tanto rechazo trajo durante la campaña. La dignidad, ya sea como enunciación, como planes de inclusión social, como identidad regional y como igualdad cierta entre hombres y mujeres, aparece en estos gobiernos entendida como nunca como índice de la calidad democrática. Intentaba Serra, quien además recurrió al discurso sobre la seguridad como caballito de batalla, meter miedo sobre el pasado de guerrillera, de presa política y de torturada de su contrincante, puntos que no hicieron otra cosa que sumar acciones, pasado y coraje, hoy sustantivos revalorados, a la figura de Dilma. Coherente con su posición, Serra también atacó y quitó importancia al Mercosur, otro hito simbólico de una serie de gestos, más allá de lo político y económico, que apuntan, como lo hace el gobierno de la Argentina, a una integración con el resto de los países de la zona.


Sangre y lagrimas


Le preguntaron, palabras más, palabras menos, si pensaba que iba a sobrevivir al cáncer linfático. Respondió que nadie aguanta una campaña si no está en condiciones. Y también dijo que la pregunta le parecía de mal gusto, sin ocultar que, más allá de una pregunta que apunta a una cuestión de Estado, también atenta contra la buena educación que no se le debe preguntar a nadie si piensa morirse. Algunos dicen que utilizó su enfermedad para sensibilizar al electorado y otros dicen que se cargó al hombro el estigma de la enfermedad, otra cara de las debilidades femeninas. Lo cierto es que con esa doble respuesta Dilma deja en claro que no está dispuesta a sobreactuar posturas típicamente masculinas para demostrar que puede. La bipolaridad, la fragilidad e incluso la torpeza aparecen como una tentación vieja de los cronistas a la hora de describir las mujeres en situación de poder. El problema es que ellas hace rato que lo tienen, se trata de profesionales de la política, que a pesar de ese costado mediático que tienen por la curiosidad de que son féminas, han capitalizado muy bien. Por eso, se diferencian de sus predecesoras en que no están sorprendidas del lugar que ocupan. No sobractúan y, lo que no es tan bueno, tal vez hasta lleguen a olvidar concentrarse en políticas de género. En las primeras entrevistas que dio como presidenta electa, le preguntaron si lloró. A ningún presidente electo se le pregunta tal cosa; difícil ver llorar a un presidente, también es cierto. Dilma respondió que sí. Que muchas veces. Los ojos que miraron fijo a Cristina Fernández durante largas horas tanto en el sepelio de su esposo como en su primer discurso por cadena nacional también se dedicaron a contabilizar las lágrimas. Cómo las contuvo, cuándo se quebró. La lágrimas parecen ser la medida de la debilidad femenina. En las lágrimas estaría demostrando ese presupuesto tácito de que tiene algo raro adentro. Pero también su fortaleza, acuosa ventaja que da haber sido educadas para enfrentar los sentimientos, exponerlos y controlarlos sí, pero recién después de haber admitido que están. “Lloré después y fui llorando de a poco. No lloré así, de una sola vez. Lloré allá, cuando di el discurso, pero ahí lloré un poco. Lloré llegando a casa, bastante.” Le señalan que también lloró cuando nombró a Lula. Y ella responde que sí, que ahí sí que lloró. Y entonces Dilma agrega: “Algunos dicen que me contuve. No es así. Yo lloré por dentro, y por fuera un poco”.


La presidenta argentina la saludó diciendo: “Bienvenida al club de género”, una frase de pertenencia, pero también de advertencia para muchos.


BRASIL "Por atacarla a ella, atacaron a todas" Entrevista con Giuseppe Cocco Página 12


Giuseppe Cocco, politólogo y profesor de la Universidad Federal do Rio de Janeiro (UFRJ), analiza los elementos que estuvieron en juego durante la campaña, tanto en contra como a favor a la hora de elegir una mujer presidenta. 


Por Veronica Gago

Sorprendió con explicitar su objetivo de igualdad de género apenas la consagraron los votos. En una campaña caldeada en las últimas semanas por la cuestión del aborto, Dilma Rousseff había evitado pronunciar esa lengua: la del sexo-género. Tras el triunfo, resaltan ahora las características de la primera mujer presidenta del Brasil como modo de explicar su éxito y como cantera de datos para hacer diagnósticos del futuro próximo. Dilma salió electa el domingo pasado, gracias a que había sido electa previamente por Lula como su continuadora, aun cuando nunca había competido por un cargo de elección popular. ¿Cómo funcionará como heredera? Ya se habla de un Lula siguiendo sus pasos en la sombra. Un argumento más que ambiguo: a la vez que le suma un capital de confianza a su futura gestión, obliga a que deba validar su propia performance política, más allá de su antecesor.


De pasado combativo (primero militó en Política Operária y más tarde en uno de los grupos guerrilleros principales de Brasil: Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares), luego transitó por distintos cargos políticos en gobiernos locales y nacionales desde los ’90. Madre de una hija y economista reconocida, Dilma no se doblegó ante el ajetreo de la campaña a pesar de la detección de un cáncer el año pasado. ¿Cómo se conjugó como imagen política su extensa militancia y carrera profesional con su problema de salud?


Giuseppe Cocco, politólogo y profesor de la Universidad Federal do Rio de Janeiro (UFRJ), también editor de las revistas Global y Lugar Común, analiza aquí algunos de estos interrogantes sobre la flamante mandataria.


–¿Qué tipo de figura política ha logrado construir Dilma? ¿Los medios subrayaron su presentación como mujer débil, enferma?


–El régimen discursivo de la oposición fue doble: por un lado, se decía que ella no tenía historia y que era apenas un “fantoche” de Lula; por otro, se insinuaba que era autoritaria y –sobre todo por Internet– la oposición hizo una campaña sucia sin precedentes, presentando a Dilma como terrorista y ladrona, por haber participado de la lucha contra la dictadura. Fue una campaña de tipo fascista que en seguida se desdobló en fundamentalismo religioso, acusando a Dilma de estar “contra la vida”, por la cuestión del aborto. O sea: la derecha se manifestó como fascista y fundamentalista y –para atacar a esta mujer que decían que era débil y sin personalidad– atacaron los derechos de las mujeres y sobre todo de las mujeres pobres como un todo.


–Sin embargo su imagen logró afirmarse...


–Ya en la primera vuelta Dilma consiguió afirmarse (no ganó entonces por apenas 3 puntos percentuales) con la personalidad de una mujer que participó activa y estratégicamente de la gran experiencia del gobierno de Lula, siendo allí una pieza clave. En la segunda vuelta, Dilma se mostró firme en los debates en vivo, como una candidata por derecho propio. En el primero, atacó abiertamente la campaña que Serra había organizado, denunciando sus mecanismos sucios y autoritarios. En el último debate, delante de una platea de casi 100 electores, mostró su voluntad para hablar de programas, para discutir. Ella no tiene las formas de Lula, ella tiene su propia démarche.


–¿Cómo se intensificó la campaña previa a la segunda vuelta?


–La segunda vuelta estuvo también marcada por la movilización social, por la apropiación de la candidatura de Dilma por parte de muchos: ella estaba obligada a hacer un equilibrio electoral sobre cuestiones delicadas (religión, aborto, derechos humanos, sexualidad), pero la movilización callejera, las redes sociales, la apoyaban y producían una Dilma múltiple: luchadora, gay, black power, judía, musulmana, madre de santo (figura de la religiones afrobrasileñas), una mujer radicalmente democrática.


–¿Es una pura continuadora del legado de Lula o se esperan otras cosas de su gestión? ¿Cuáles?


–En primer lugar, claro que habrá continuidad: el gobierno de Lula tiene más del 80 por ciento de aprobación, después de ocho años de gobierno. En el nivel internacional, creo que habrá continuidad total, con la participación de los actuales equipos (Marco Aurelio García y el ministro Amorim). Al mismo tiempo, pienso que Dilma tiene condiciones para avanzar y lo hará. Dispone de una mayoría en el Congreso mucho más favorable que la que tenía Lula. Puede avanzar en la Reforma Política, en la Reforma Tributaria, también en las políticas de cuotas raciales en las universidades federales, en la expansión de la democratización de las políticas culturales (los “puntos de cultura” que están siendo realizados en Argentina también). Creo que ella ampliará aún más las políticas sociales (de distribución del ingreso) e intentará acelerar el ritmo de crecimiento económico. Aquí se tratará de ver cómo la aceleración del crecimiento va a ser atravesada, por un lado, por las políticas de distribución del ingreso y, por otro, por una política adecuada de respeto al medio ambiente.


–¿Esas dos cuestiones serían las más desafiantes para su gestión?


–En esas dos líneas se definen dos desafíos importantes, con conflictos que pueden atravesar la base del gobierno: una es la cuestión del medio ambiente y del crecimiento, algo que apareció con fuerza en la candidatura de Marina Silva; una segunda cuestión está ligada a la dinámica de los megaeventos (mundial de fútbol, olimpíadas) en la ciudad de Río de Janeiro, donde un alcalde de derecha (pero ligado a la coalición de gobierno) está haciendo una política contra los pobres, de remoción de las favelas, de gentrificación.


–¿Qué significa para la cultura política brasileña el primer triunfo de una mujer como presidenta?


–¡Significa que los dos mayores países de América del Sur son hoy gobernados por mujeres! Es un cambio importantísimo, por lo que esto implica para el futuro y por lo que implica como maduración del proceso de esta última década. Es una conquista de este formidable ciclo político de los gobiernos progresistas en América del Sur. En el mismo sentido, que los temas de autonomía y de desarrollo (de trabajo y de empleo) estén siempre presentes hace que en la realidad tengamos una dinámica política completamente innovadora, algo que habla del respeto a la potencia de la diferencia, de la democracia. Esto no es apenas simbólico (que ya es mucho), es productivo, o sea, constituyente: ¡nos encontramos en las calles en defensa de Dilma, así como en la Plaza de Mayo después de la muerte de Néstor!





sábado, 6 de noviembre de 2010

Los intelectuales son hoy los perros guardianes de los que mandan Diálogo con ALAIN BADIOU Página 12

Alain Badiou es el arquetipo del pensador insumiso. Ni las modas, ni las burlas ni el reconocimiento posterior, nacional e internacional, transformaron la profunda claridad y combatividad de este filósofo francés nacido en 1937. Más de veinte años después de la caída del Muro de Berlín, Badiou defiende lo que él llama “la idea comunista” y fustiga al “materialismo democrático”. Autor de unos cincuenta libros, desconocido por el gran público hasta los años ’90, Badiou es hoy una referencia insoslayable de la filosofía contemporánea y de la crítica al sistema capitalista y los estragos producidos por su circuito financiero.



FUENTE: http://www.pagina12.com.ar/diario/especiales/18-156370-2010-11-06.html


DIALOGO CON EL FILOSOFO FRANCES ALAIN BADIOU

“La felicidad es una idea fundamental”


Es el pensador francés más conocido fuera de las fronteras de su país y el más revulsivo y sugerente: no ha renunciado a defender la idea del comunismo y su visión igualitaria del hombre y la sociedad. Su mirada atraviesa toda la problemática contemporánea e ilumina aspectos tan mitificados como las nuevas tecnologías y su aparente ilusión igualitaria. En su último libro avanza sobre la potencialidad del amor y su posible “valor revolucionario”.



Por Eduardo Febbro


Desde París


La figura esbelta, la firmeza juvenil de la voz y el apretón de manos sólido –poco común en Francia– introducen al personaje real de Alain Badiou. Este filósofo original es el pensador francés más conocido fuera de las fronteras de su país. Su obra, extensa y sin concesiones, abarca una crítica férrea a lo que Alain Badiou llama “el materialismo democrático”, es decir, un sistema humano donde todo tiene un valor mercantil. Badiou no ha renunciado nunca a defender un concepto al que muchos creen quemado por la historia: el comunismo.


En su pluma, Badiou habla más bien de “la idea comunista” o de la “hipótesis comunista” antes que del sistema comunista en sí. Según el filósofo francés, todo lo que estaba en la idea comunista, su visión igualitaria del ser humano y de la sociedad, merece ser rescatado. La idea comunista “aún está, históricamente, en sus inicios”, dice Badiou.


El horizonte de su filosofía es polifónico: sus componentes no son la exposición de un sistema cerrado sino un sistema metafísico exigente que incluye las teorías matemáticas modernas –Gödel– y cuatro dimensiones de la existencia: el amor, el arte, la política y la ciencia. Pensador crítico de la modernidad numérica, Badiou ha definido los procesos políticos actuales como una “guerra de las democracias contra los pobres”. El filósofo francés es un excelso teórico de los procesos de ruptura y no un mero panfletista. Badiou convoca con método a repensar el mundo, a redefinir el papel del Estado, traza los límites de la “perfección democrática”, reinterpreta la idea de República, reactualiza las formas posibles y no aceptadas de oposición y pone en el centro de la evolución social la relegitimización de las luchas sociales.


Alain Badiou propone un principio de acción sin el cual, sugiere, ninguna vida tiene sentido: la idea. Sin ella toda existencia es vacío. A sus más de 70 años, Badiou introdujo en su reflexión el tema del amor en un libro brillante y conmovedor que acaba de salir en Francia y en el cual el autor de El ser y el acontecimiento define al amor como una categoría de la verdad y al sentimiento amoroso como el pacto más elevado que los individuos puedan plasmar para vivir.


La “idea” y el “materialismo democrático”

–Usted defiende un principio básico de nuestra inscripción en la existencia, del cual se desprenden también nuestros compromisos políticos: una vida sin ideas no es una vida.



–La verdadera pregunta de la filosofía consiste en saber qué es una vida verdadera, qué es vivir, qué es el destino. Pero la filosofía debe aportar respuestas mínimas a estas preguntas. Mi respuesta, que es a la vez una hipótesis y una conclusión, es que la verdadera vida es una vía que acepta estar bajo el signo de la idea. Dicho de otra manera, una vida que acepta ser otra cosa que una vida animal. En todas las situaciones siempre persiste la voluntad de querer algo y esa voluntad sólo tiene sentido en relación con una voluntad de transformación.


–¿Cómo se inscribe esa idea de la idea en plena dictadura de lo que usted llama “el materialismo democrático”? En suma, ¿cómo existir, con qué idea, en un mundo donde todo tiene forma de producto?



–Ese es el principal problema de la vida contemporánea. Se ha establecido un régimen de existencia en el cual todo debe ser transformado en producto, en mercadería, incluidos los textos, las ideas, los pensamientos. Marx lo había anticipado muy bien: todo es medible según su valor monetario. ¿Qué es entonces una vida bajo el signo de la idea en un mundo como éste? Hace falta una distancia con la circulación general. Pero esa distancia no puede ser creada sólo con la voluntad, hace falta que algo nos ocurra, un acontecimiento que nos lleve a tomar posición frente a lo que pasó. Puede ser un amor, un levantamiento político, una decepción, en fin, muchas cosas. Allí se pone en juego la voluntad para crear un mundo nuevo que no estará a la orden del mundo tal como es, con su ley de circulación mercantil, sino por un elemento nuevo de mi experiencia.

La “idea comunista”


–Usted es uno de los pocos pensadores que aún defienden eso que usted llama “la idea comunista”. Usted pone al comunismo como una ilusión actual.



–Sé muy bien que algunas empresas que se reivindicaron comunistas fracasaron porque no lograron crear el mundo nuevo que pretendían y terminaron provocando daños considerables y situaciones terribles. Tenemos dos opciones: o decimos que esa hipótesis comunista de un mundo que no estaría regulado por la mercadería, el producto, no puede ser realizada, entonces nos resignamos al mundo tal como es; o mantenemos la hipótesis comunista. Si la mantenemos también hay que conservar la palabra. Si de la experiencia histórica sacamos la conclusión de que hay que abandonar la palabra, eso sería un retroceso no necesario. Podemos hacer nuestro propio balance de lo que ocurrió en el siglo XX a partir de la posibilidad de redefinir qué es el comunismo como porvenir posible. Esa es mi elección. Sé que se trata de un trabajo largo, que requiere mucha reflexión y que será más mundial que antes. La primera batalla consiste en mantener la fuerza y el significado de esa palabra.


–¿Qué se puede recuperar, qué se puede volver a leer, de lo que fue con todo un naufragio real en la práctica del comunismo? ¿Qué mensaje hay aún en la idea comunista?



–Creo que podemos volver a lo que el comunismo quería decir no sólo para Marx sino para muchos revolucionarios del siglo XIX. Para ellos, el comunismo tenía un sentido común que era la idea de una sociedad extraída del principio del interés, es decir, una sociedad que no está gobernada por el hecho de que un hombre persigue su interés sino por la idea de la asociación de los hombres. Es esa asociación la que define los proyectos o las metas colectivas. En el siglo XX esa idea se convirtió en la de un Estado todopoderoso que resuelve todos los problemas planteados a la sociedad. Entre la definición del siglo XIX y la del XX hay una enorme distancia.


–¿Qué ocurrió entre las dos?


–La obsesión del poder. Las organizaciones obreras, militantes, revolucionarias, que habían sido aplastadas varias veces en el siglo XIX, se obsesionaron con la idea del poder y la pregunta “¿cómo vencer?”. Hubo dos alternativas a esa convicción: están los que se unieron a la democracia parlamentaria ordinaria con la idea de vencer haciéndose elegir. Pero claro, fueron electos y no cambiaron nada, el mundo siguió siendo el mismo. Del otro lado, están quienes se lanzaron en la organización de la sublevación armada. Pero, lamentablemente, lo hicieron mediante la militarización violenta de la acción política que desembocó en Estados militarizados que resolvían los problemas con la violencia. Hemos llegado de alguna manera a un final porque ni la hipótesis de la vía pacífica y electoral, ni la hipótesis de un aparato estrictamente militar encargado de resolver los problemas políticos condujeron al comunismo según el sentido original del término. Y el problema de la acción política actual es totalmente oscuro. Asistimos a una mundialización capitalista sin freno y, en ella, las fuerzas políticas dan muestras de más debilidad que de fuerza.


La impunidad y la violencia


–Sea cual fuere la situación mundial en la que nos encontremos, en Africa, en Medio Oriente, en Asia, en América latina o en las democracias occidentales, nos enfrentamos a la misma indolencia, al mismo salvajismo, a la misma impunidad, a la misma asimetría por parte de los poderes, la misma violencia.


–Estoy profundamente convencido de que la forma en que la sociedad está organizada a escala planetaria alienta y crea llamados a la violencia. La razón principal radica en que, para el sistema, la realidad humana es la competencia. La idea de Hobbes según la cual el hombre es un lobo para el hombre constituye la convicción profunda de nuestra sociedad. Por esa razón genera violencia constante: la sociedad da el derecho general para que, en su propio interés, se pisotee a los demás. La prensa más ordinaria hace el elogio de esa violencia. Los diarios hablan de cómo tal banco aplastó al otro, de cómo la gente fue expulsada, etc., etc. Eso, dicen, es la vida, la competencia. Pero hay que pagar el precio. Mientras no enunciemos que las sociedades deben construirse en base a la asociación y no a la competencia permaneceremos en el elemento primordial de la violencia. No digo que la violencia va a desaparecer. La sociedad alienta sistemáticamente la violencia y luego se ve obligada a combatirla con una represión terrible. Como la violencia está constantemente incitada, hace falta un aparato policial para controlarla. El resultado es que terminamos agregándole a la violencia social la violencia del Estado. Debemos cambiar los pilares de la existencia colectiva. Pero el ser humano es capaz de otra cosa que toda esa violencia: es capaz de entrega, de amor. Tiene una doble capacidad. Puede ser un animal de competencia pero también un animal altruista, interesado en la acción colectiva, capaz de encarnar ideales, puede ser un enamorado o un científico desinteresado. Saber qué aspecto del ser humano alentamos es una decisión fundamental.


–En el seno de los sistemas políticos occidentales hay algo que se degradó profundamente en el último cuarto de siglo. Esa evolución drástica está perfectamente retratada en dos libros suyos: El Primer Manifiesto por la filosofía, de los años ’80, y el Segundo Manifiesto, publicado el año pasado.


–El Primer Manifiesto recoge las últimas esperanzas del mundo de antes. Pero en los últimos veinte años hubo cosas esenciales que cambiaron, entre ellas, la hegemonía del capitalismo liberal competitivo y violento. Intervino también otra cosa: una suerte de clara complicidad con ese sistema por parte de los intelectuales, incluidos los franceses. Ha sido una forma de decir que no se puede hacer ni esperar otra cosa, que el mundo natural es así. Esto se aceleró con la desaparición de la Unión Soviética y de los Estados Socialistas. En mi opinión éstos ya se habían muerto desde hacía mucho. Su experiencia ya no tenía más fuerza, ya no proponía nada nuevo a la humanidad. Lo cierto es que la desaparición completa de todo eso fue vivida por el capitalismo liberal como una victoria que le abría el espacio del mundo entero para desplegarse. Las formas de violencia y de complicidad intelectual con esa violencia se desarrollaron mucho. Creo que esto se inició a finales de los años ’70. La nueva figura fundamental es que la opinión, en vez de estar drásticamente dividida, es masivamente consensual. Este resultado cambia el horizonte, la perspectiva, de un filósofo. El filósofo es aquel que siempre lucha contra las opiniones dominantes, es decir, las opiniones del poder. Hoy el combate es mucho más complejo y singular que el de los años ’60. En esos años los filósofos críticos y comprometidos políticamente dominaban el escenario intelectual. Eso se dio vuelta. Hoy son los perros guardianes de quienes mandan. Hemos estado, con los años Bush, en una combinación extraordinaria de violencia y de mentiras. En el fondo, los occidentales, la población incluida, fueron culpables porque aceptaron todo eso. Hay que salir de todo esto. La humanidad no podrá continuar en este camino, si no irá hacia su eliminación. Se trata de reconstruir una visión del mundo y de la acción alejada de este horror.


La ilusión tecnológica




–La tecnología forma parte también de esta sociedad, de esta violencia. Las nuevas tecnologías instauraron una suerte de ilusión igualitaria, que es muy molesta, que parece decir en filigrana: puesto que estamos conectados, todos somos iguales. Ahora bien, no hay nada más virtual que esa igualdad. La realidad está presente, las diferenciaciones son patentes, el pensamiento tecnológico contaminó el pensamiento humano.


–La tecnología es la realización de una ideología que existía antes. Creo que es la ideología la que crea la tecnología, y no al revés. Esta falsa concepción de la igualdad es muy antigua. La desigualdad actual considera de forma abstracta que los diferentes individuos son iguales. Se pretende creer que los individuos tienen a su alcance el mismo sistema de posibilidades. La gente no tiene la misma realidad, pero se argumenta que cuenta con las mismas posibilidades. Es la mitología con la cual se decía que en Estados Unidos el vendedor de diarios puede convertirse en millonario y, por consiguiente, es igual a cualquier millonario. Con ese argumento, la única diferencia radica en que uno realizó la posibilidad de ser millonario y el otro no. Hay entonces una concepción tradicional y falaz de la igualdad propia al mundo burgués y competitivo. ¡Todos podemos competir! Esa es la igualdad competitiva. Pero pienso que la tecnología de Internet y la conexión universal son la realización material y tecnológica de esa ilusión igualitaria. Esa ilusión está muy ligada al materialismo democrático porque incluye la idea de que todas las opiniones valen y son iguales. ¡Estamos conectados y lo que yo digo vale tanto como lo que dice otro! Con tal de que las cosas circulen, tienen valor. Eso es falso. Lo real sigue siendo violentamente desigual, competitivo, brutal, indolente. No basta con tener una máquina en la que podamos decir lo que pensamos para acceder a la igualdad. En realidad, cuanto más se expande ese tipo de igualdad ilusoria, menos poder tiene la gente. Observe la crisis que vivimos: estábamos todos conectados y de pronto irrumpió la realidad para decirnos: ¡Atención, de pronto todo se puede derrumbar! La crisis vino a recordar que esta suerte de euforia igualitaria en la cual estábamos era artificial. En el mundo competitivo la igualdad es siempre artificial. Y esa igualdad artificial puede ser una igualdad tecnológica justamente porque la tecnología es un artificio.


La reinvención del amor


–Usted es uno de los pocos filósofos contemporáneos que ha introducido en su reflexión algo único, es decir, el amor. Usted repite a menudo que es preciso reinventar el amor. ¿Cómo se hace eso?



–El amor es un gesto muy fuerte porque significa que hay que aceptar que la existencia de otra persona se convierta en nuestra preocupación. Mi idea sobre la reinvención del amor quiere decir lo siguiente: puesto que el amor se refiere a esa parte de la humanidad que no está entregada a la competencia, al salvajismo; puesto que, en su intimidad más poderosa, el amor exige una suerte de confianza absoluta en el otro; puesto que vamos a aceptar que ese otro esté totalmente presente en nuestra propia vida, que nuestra vida esté ligada de manera interna a ese otro, pues bien, ya que todo esto es posible ello nos prueba que no es verdad que la competitividad, el odio, la violencia, la rivalidad y la separación sean la ley del mundo. El amor está amenazado por la sociedad contemporánea. Esa sociedad bien quisiera sustituir el amor por una suerte de régimen comercial de pura satisfacción sexual, erótica, etc. Entonces, el amor debe ser reinventado para defenderlo. El amor debe reafirmar su valor de ruptura, su valor de casi locura, su valor revolucionario como nunca lo hizo antes. No hay que dejar que el amor sea domesticado por la sociedad actual –que siempre busca domesticarlo–. En otros tiempos, las sociedades clericales y tradicionales buscaron domesticarlo por el matrimonio y la familia. Hoy se busca domesticar al amor con una mezcla de pornografía libre y de contrato financiero. Pero debemos preservar la potencia subversiva del amor y apartarlo de esas amenazas. Y ello es extensivo a otras cosas: el arte debe también apartarse de la potencia del mercado, la ciencia igualmente. Allí donde hay un pensamiento humano activo y desinteresado hay un combate para liberarlo de los intereses.


–Usted también dice que el amor es un proceso de verdad.


–El amor saca a la luz lo que es una diferencia. En el amor aceptamos ponernos de a dos para explorar no ya lo que creían los románticos, es decir, la fusión, sino lo que es aceptar la diferencia del otro, aceptarla apasionadamente. El amor es todo lo contrario del individualismo que nos proponen. Se nos propone una soberanía del individuo, pero en realidad el individuo sólo es soberano de sus propios intereses. En cuanto hacemos algo interesante dejamos de ser soberanos. Si realizamos una demostración matemática los otros matemáticos vendrán a verificar que es cierta, dependemos de ellos. En el amor ocurre lo mismo. La soberanía es compartida con la presencia del otro. La idea de la soberanía individual es pobre porque excluye las actividades interesantes de la vida humana. El individuo se vuelve creador cuando acepta dejar de ser soberano.


–¿Qué le queda a una pareja enamorada en un mundo como éste? ¿La revuelta, la música, la poesía, el sexo, la indiferencia, la violencia, la sabiduría? ¿Cuáles son los ejes de una emancipación positiva frente a esta máquina infernal que es el mundo?


–En la situación de crisis y de desorientación actual lo más importante es guardar las manos sobre el timón de la experiencia que estamos llevando a cabo, sea en el amor, en el arte, en la organización colectiva, en el combate político. Hoy, lo más importante es la fidelidad: en un punto, aunque sea en uno solo, hay que tratar de no ceder. Y para no ceder debemos ser fieles a lo que pasó, al acontecimiento. En el amor hay que ser fiel al encuentro con el otro porque vamos a crear un mundo a partir de ese encuentro. Claro, el mundo ejerce una presión contraria y nos dice “cuidado, defiéndase, no se deje abusar por el otro”. Con eso se nos está diciendo “vuelvan al comercio ordinario”. Entonces, como esa presión es muy fuerte, el hecho de mantener el timón hacia el rumbo, de mantener vivo un elemento de excepción, es ya extraordinario. Hay que pelear por conservar lo excepcional que nos ocurre. Después veremos. De esa forma salvaremos la idea y sabremos qué es exactamente la felicidad. No soy un asceta. No estoy por el sacrificio. Estoy convencido de que si logramos organizar una reunión con obreros y ponemos en marcha una dinámica, si podemos superar una dificultad en el amor y nos reencontramos con la persona que amamos, si hacemos un descubrimiento científico, ahí empezamos a comprender qué es la felicidad. La felicidad es una idea fundamental.


FUENTE: http://www.pagina12.com.ar/diario/especiales/subnotas/156370-50184-2010-11-06.html


Obras de Alain Badiou en español



- Manifiesto por la filosofía. Madrid, Cátedra (1989)

- Rapsodia por el teatro. Málaga, Agora. (1994)

- Deleuze: El clamor del ser. Buenos Aires, Manantial (1997)

- El ser y el acontecimiento. Buenos Aires, Manantial (1999)

- San Pablo. Barcelona, Anthropos (1999)

- Breve tratado de ontología transitoria. Barcelona, Gedisa (2002)

- Condiciones. México, Siglo XXI (2003)

- Circunstancias. Buenos Aires, Libros del Zorzal (2004)

- De un desastre oscuro. Madrid, Plaza Edición (2004)

- Filosofía del presente. Buenos Aires, Libros del Zorzal (2006)

- El siglo. Buenos Aires, Manantial (2006)

- De un desastre oscuro. Sobre el fin de la verdad de Estado. Buenos Aires, Amorrortu (2006)

- ¿Qué representa el nombre de SARKOZY?. Vilaboa, Ellago Ediciones (2008)

- Lógicas de los mundos: el ser y el acontecimiento, 2. Buenos Aires, Manantial (2008).

- Pequeño panteón portátil. Madrid, Brumaria (2008)

- Compendio de meta política. Buenos Aires, Prometeo (2009)

- Pequeño Manual de Inestética. Buenos Aires, Prometeo (2009)

- La filosofía, otra vez. Madrid, Errata naturae (2010)

- Segundo manifiesto por la filosofía. Buenos Aires, Manantial (2010)


FUENTE: http://www.pagina12.com.ar/diario/especiales/subnotas/156370-50185-2010-11-06.html