jueves, 15 de octubre de 2009

EL SALVADOR Poema de Amor que cumple 50 años Mi tristeza eres tú Roberto Armijo




Querid@s amig@s, con mucha emoción y por cortesía de Raúl Leiva Jiménez, les compartimos este poema inédito de Roberto Armijo y los recuerdos de Raúl.




"POEMA DE AMOR QUE CUMPLE 50 AÑOS




En 1956 mi madre Liliam Jiménez acompañada de sus tres hijos Liliam, Edgar y yo, venimos a El Salvador. Habían transcurrido dos años desde el derrocamiento del gobierno legítimo de Jacobo Árbenz Guzmán en Guatemala, a consecuencia de la intervención de la CIA y las fuerzas retrógradas de ese país que así interrumpieron la llamada “Revolución Guatemalteca”, un remanso democrático de 10 años iniciado con el gobierno de Juan José Arévalo en el país de la eterna dictadura, en el que se habían iniciado importantes transformaciones en beneficio de las mayorías sufridas y empobrecidas; entre ellas, un Código de Trabajo, la creación del Instituto Guatemalteco del Seguro Social, la disminución significativa del analfabetismo rural, la aprobación de la Constitución de la República de 1945 y la Reforma Agraria. Raúl Leiva Muñoz mi padre, había participado de ese proceso y en 1954 fungía como Secretario de Publicidad de la Presidencia del gobierno arbencista.




Los gringos no podían soportar esos cambios en una época marcada por un furibundo anticomunismo. 




La nacionalización de las tierras ociosas en poder de la United Fruit Company, empresa donde eran socios los hermanos John y Allan Dulles (uno al frente de la CIA  y el otro en el Departamento de Estado) les resultaba inadmisible e imperdonable.




El exilio fue nuestro destino temporal, la familia se refugió en Ciudad de México amparados en la generosa protección que nos otorgó el gobierno de ese país.




Mi padre y madre se habían separado momentáneamente y así llegamos a El Salvador, patria de mi madre. Al inicio de esa etapa, Liliam Jiménez ingresó a trabajar en la Imprenta Universitaria a cargo de Ítalo López Vallecillos. Allí laboraba también el poeta Roberto Armijo. Lo recuerdo con su voz singular, su incesante sonrisa, su cuerpo espigado, su pelo ensortijado, y cuando -yo era un niño- me levantaba en sus brazos para congraciarse y jugar conmigo.




De entonces surge este poema escrito y entregado a mi madre el 20 de octubre de 1959 hasta donde sé, inédito. Liliam lo atesoró entre sus recuerdos y yo lo descubrí al morir ella hace poco más de dos años en Playa del Cármen, Quintana Roo, México.




Raúl Leiva Jiménez






Dedicatoria del poema: (manuscrito)


Este poema, Liliam, es el testimonio de esa ausencia de ti que palpitando llevo en mi sangre, cuando hundido en las soledades del sueño, imagínote que tú desciendes desde tu inabarcable presencia y llegas a mi sed sin fondo que te espera, con esa dulcedumbre serena de los manantiales.


San Salvador 20 de Octubre de 1959




Mi tristeza eres tú


Una querencia tengo por tu acento,
una apetencia por tu compañía
y una dolencia de melancolía
por la ausencia del aire de tu viento


                        Miguel Hernández


                        I


Hay días
en que tu rostro
se me viene
de golpe:
como una estrella
hundiéndose en mi sangre….
¿En qué orillas
del sueño
estoy
como un náufrago,
soñando
tu continente desatado
y cálido?
La tierra
te dio esa honda ternura taciturna,
esa limpia serenidad
de estanque
entre los árboles.
En tu piel
el mundo
amaneció resuelto:
temblando te entregó sus bosques,
sus auroras,
sus aves de asombro,
sus montañas
y destrenzó sus lentos ríos
en tu cuerpo….
  


          II


Soy
un asombro
silvestre
hacia tus astros.
Un viajero
triste
perdido en los países
del sueño
y la esperanza.
Soy
una veleta
bajo el alba,
buscando el rumbo de tus vientos.
En mis abismos
la estrella limpia de tu alma
cotidianamente arde.
¿Por qué no llegan,
vasija taciturna
y ágil,
los delgados manantiales
de tu cuerpo
a destrenzar sus aguas
en la superficie
sedienta de mis manos?
Solo, bajo la noche
tendida y musical:
buscándote…….




          III


Y
 yo
un día
te dije:
acoge mis impulsos:
tienen
la limpidez
del agua
detenida entre los troncos
y las piedras
rodadas por la lluvia.
Toma
mi corazón
en su violento incendio hacia tus bosques
y
mis aves
que buscan
la estela perfumante
de tu fantástica y aérea primavera….
Pero tú,
Ineluctable
huías de mis sueños….
Solo,
bajo el alba
musical
y
lenta:
soñándote….
   


     IV


Yo
venía
del sitio más limpio de la tierra.
Venía del alfabeto
trémulo
y
lento
de los ríos.
Venía
del humus,
del vaho
caminando en los ramajes
y la yerba.
Venía
del musgo,
de los follajes húmedos
y de las semillas
temblando en el rocío.
Venía de las noches
que dejaban algún astro
moribundo
entre la red silvestre de los árboles.
El alba
amanecía en mis ojos;
pero
al llegar
un día
a tu solar presencia
inenarrable:
mis bosques,
mis madrugadas agrestes,
mis aves
 y mis ríos,
confundieron sus cantos…
      


   V


Un
día
te creí
cercana de mis sueños
y
quise
derramar
mis besos,
con semillas, en los surcos
de tus labios húmedos.
Llegué a ti
con esa ingenua y musical llegada
de las garzas
a los ríos,
y comencé,
sin pensar
en el instante y el mañana,
a recorrer
en sueños
tus praderas solares,
tus colinas dulces
donde castos plenilunios gemelos
tiemblan
iluminando tus valles….
Desde entonces,
bajo la noche,
busco en mis sueños
las huellas indelebles que dejaron tus pasos.
        


         VI


Y
hoy
eres tú,
mi tristeza,
¡piedra atroz,
vertiginosamente hiriéndome!
yo
ya era triste:
tenía
la tristeza
de las selvas ahogadas por la bruma
y las lloviznas.
Pero
ahora tú
me has vuelto
una tristeza pensante.
Ayer
mi tristeza
era una tristeza sin origen
y venía
ya latiendo en mi sangre.
Ahora
soy
una tristeza de ti.

hubieras alegrado mis cantos,
porque en tu cuerpo
aéreo
de miel
delgada y mágica,
estaba palpitante
la síntesis
musical
del mundo
y la poesía.
Por tu amor,
un día,
comencé a buscarte
en las hondas regiones del ensueño
y la esperanza.
Ahora
de regreso,
trémulo,
herido de ti,
y con la sed hallarte,
taciturno,
bajo la noche
tendida sobre el sueño
y mi sombra:
sigo
buscándote…        







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