martes, 17 de agosto de 2010

ESPAÑA LEON Entrevista don Cristina del Valle de Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género

«Mi sueño es que ningún niño salga del hogar, como yo, huyendo de la violencia»


La fundadora de la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género sabe de que habla. De niña tuvo que huir con su madre, acuciada por un marido maltratador, de su hogar asturiano. El Ayuntamiento de Gordoncillo le ha concedido el primer premio Semilla a los Derechos Humanos por el trabajo en defensa de las mujeres.

Cristina del Valle, con traje típico de gala en Gordoncillo.

-¿Qué significa el primer premio Semilla a los Derechos Humanos del Ayuntamiento de Gordoncillo?


-Los premios son un estímulo muy importante y una muestra de apoyo a la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género. Y más en León, a la que me une una relación casi afectivo-familiar. Yo nací en Asturias, pero por una bronquitis crónica que tuve de niña, pasé muchos veranos en León en campamentos de verano en Hospital de Órbigo, en Sena de Luna... Los momentos más gratos de mi infancia están ligados a esta zona. Es como mi segunda casa.

-¿Qué objetivos tiene la plataforma de mujeres artistas que preside después de once años?


-Iniciaremos un trabajo de formación mediante un convenio con la Universidad Complutense de Madrid, donde vamos a tener nuestra sede, en violencia de género y Palestina. Estamos haciendo un recorrido por municipios y comunidades autónomas para trasladar y compartir, como en el caso de Gordoncillo, la importancia de que desde las políticas locales haya un posicionamiento claro a favor de la igualdad y contra la violencia de género.


-¿Por qué es necesario seguir insistiendo cuando en España se presume de tener las mejores leyes de igualdad y contra la violencia de género?


-Las cifras hablan por sí mismas. Somos un ejemplo internacional en políticas de género, pero el cambio de modelo cultural desigulatario en el que se asienta la violencia todavía no se ha incorporado a nuestra sociedad. No hemos deconstruido esa idea de amor romántico en la que somos educadas las mujeres y nuestros jóvenes siguen reproduciendo modelos del patriarcado abusivos y violentos. Las leyes no sirven de nada si no se aplican o se aplican con criterios sexistas. Que la ley funcione depende de que la ciudadanía se comprometa en rechazar actitudes machistas, misóginas y violentas que identifican masculinidad con poder y con control.


-¿La crisis ha hecho pasar a un segundo plano esta lucha?


-El papel de la sociedad tiene que ser muy autocrítico porque es un problema que la sociedad causa a las mujeres, no un problema de las mujeres.La sociedad debe ser consciente de que no priorizar la vida de casi un centenar de mujeres cada año, el coste en calidad de vida y los suicidios de más de 400 mujeres que huyen de la violencia nos aleja de una sociedad humanizada, democrática y libre.


-Hay mujeres que se resisten aún a denunciar por miedo o porque no identifican la violencia. ¿Cómo las animarías desde su experiencia?


-El primer paso lo tiene que dar la sociedad entendiendo que cada miembro y cada miembra de esta sociedad tiene una responsabilidad cuando una mujer es agredida, cuando oye gritos y constata que hay una relación de violencia en su entorno. Es un delito público que nos afecta a todos. La víctima no puede ser la responsable de lo que le ocurre, ni está preparada para evaluar el nivel de peligrosidad que tiene. No podemos exigirla que sea su abogada, su médica, su psicóloga... y que se resuelva todo. Es todo el sistema. La ley está preparada para que cuando una mujer toque el botón de la luz roja de la violencia tiene que articularse todo un sistema para el rescate de esa mujer.


-¿Entiende que las mujeres retiren las denuncias y vuelvan con sus agresores?


-La sociedad no sabe y desconoce que estas mujeres sufren el síndrome de indefensión aprendida tras años de violencia. No pueden salir de esa situación porque su cabeza se ha adaptado a una realidad que la incapacita para reaccionar, instalan el discurso del maltratador como único, están aisladas y no tienen redes.


-En el mundo rural es más difícil que se denuncie la violencia. ¿Son necesarios planes de igualdad como el de Gordoncillo?


-En el mundo rural hay menos redes, tienen menos acceso a los recursos y el miedo al juicio social genera muchas resistencias. Son absolutamente necesarios los planes de igualdad. Lo triste es que sean excepciones. Gordoncillo, con una población de medio millar de habitantes, es un sitio ejemplar.


-Que haya más muertes por violencia de género ¿es un fracaso de la ley integral?


-No, es un fracaso de la sociedad. Las leyes no modifican las conductas y las muertes se producen porque las mujeres están tomando conciencia de que son seres portadores de derechos, como la felicidad y la vida digna. El sistema se está resistiendo al avance de las mujeres y por eso son asesinadas. Es el precio que están pagando las mujeres en este proceso que los expertos llaman la revolución de las esclavas.


-Sólo vemos la punta del iceberg de la violencia, ¿Qué hay debajo de ese pico?


-Miles de pequeños estados, que son los hogares, a los que no ha llegado la democracia y donde alguien utiliza la violencia como instrumento para imponerse en lugar de aplicar la lógica y negociar en igualdad de condiciones. Hasta que la igualdad no salga de los hogares y se traslade a la sociedad no tendremos una democracia real.


-¿Su sueño?


-Muchos, pero sobre todo uno: que el trabajo que realizamos desde la plataforma sirva para que lo que yo viví de niña, que tuve que salir de mi tierra, Asturias, huyendo de la violencia no le pase a otros niños y niñas. Que puedan vivir en su hogar y desarrollarse en libertad.


FUENTE: http://diariodeleon.es/noticias/noticia.asp?pkid=547524

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