martes, 10 de noviembre de 2009

EL SALVADOR Otro desastre que desnuda la vulnerabilidad socioeconómica del país Willian Marroquín CONTRAPUNTO


Otro desastre que desnuda la vulnerabilidad socioeconómica del país

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Por Willian E. Marroquín (*)


Los desastres se construyen socialmente y se pueden evitar, la clave es la reducción de la vulnerabilidad socioeconómica


SAN SALVADOR - Un fenómeno  hidrometeorológico sin precedentes  y una alta vulnerabilidad socioeconómica del país desencadenó en desastre  el 8 de noviembre dejando 124 muertos, 60 desaparecidos,  más de 10,000 evacuados, puentes colapsados, carreteras destruidas, comunidades arrasadas y un estimado de más de 7000 viviendas destruidas. Todo esto en un día. No hay estimados de los daños económicos pero no hay duda de que serán elevados, lo que profundizará  la crisis económica que ya vive el  país.


¿Por qué un fenómeno sin precedentes? La lluvia fue originada por una baja presión en el océano pacífico ya cuando el huracán Ida se desplazaba a México y se alejaba del país (parecía que nos habíamos salvado). La intensa  lluvia, en la transición del 7 al 8 de noviembre,  se localizó con más severidad en la zona para central (San Vicente) cuyas estaciones meteorológicas registraron más de 300 mm de lluvia caídos en 6 horas. La estación de la UCA (http://cef.uca.edu.sv/index.php?rutina=weather) registró 110 mm de lluvia en 4 horas (de 8:30 pm del  7 de noviembre a las 0:30 am horas del 8 de noviembre)  tres veces menos de lo que cayó en San Vicente y, para todo un día, la estación UCA  registró alrededor de 225 mm y detectó la máxima razón de lluvia de este  año de 100.3 mm/hora. En el país cae un promedio de 1800 mm al año  por lo que la magnitud del fenómeno ocurrido en tan corto tiempo es sin precedentes. Los datos de la estación UCA aparecen a continuación.

Fuente: Estación meteorológica de la UCA, días 7 y 8 de Noviembre de 2009.


Como todos los estudios del PNUD y de la UCA  indican,  los desastres se construyen socialmente y a lo largo de los años. La desigualdad en los ingresos en el país entre el 10% de los más pobres  y el 10% de los más ricos es de 60; este mismo indicador es de 5 para los países de más alto desarrollo humano. Esta desigualdad hace que muchas familias de nuestro  país vivan en champas improvisadas ubicadas en barrancas, en las quebradas y en las riberas de los ríos que son lugares de alto riesgo  y muy susceptibles a las crecidas y desbordamientos de los ríos.  En el fondo del desastre ocurrido se esconde el modelo de desarrollo al revés que ha seguido el país desde antes de los gobiernos de Arena y profundizado por ellos en los últimos 20 años.


Esto indica que el problema que hay que abordar con urgencia es el de la reducción de la vulnerabilidad socioeconómica que pasa por adoptar un modelo de desarrollo sostenible. Esto tiene que ver con que las familias tengan ingresos estables, capacidad de ahorros, créditos y seguros; tierra, medios de vida, herramientas de trabajo; empleo seguro, experiencia de trabajo; salud, nutrición y seguridad alimentaria; casa segura y apropiada; educación y entrenamiento; red de familiares cercanos; acceso a transporte público y privado; integración a la comunidad y pertenencia a redes sociales; influencia y poder político; acceso a recursos de emergencia (información, albergues, etc.)(Enarson, 2008).


Hasta ahora los esfuerzos del país se han concentran en la reducción de la vulnerabilidad física a través de obras de mitigación (construcción de bordas, bóvedas, etc.). Sin embargo,  la fragilidad ambiental del país quedó  al descubierto después de este nuevo desastre, ya que con 110 mm de lluvia en 4 horas en la capital fueron suficientes para hacer colapsar la nueva bóveda de la colonia Málaga  ¿Qué hubiese pasado en San Salvador con la cantidad de lluvia que cayó en San Vicente?. Para comparación, en el desastre de la Málaga en el que murieron 32 personas de la Iglesia Elim (3 de julio de 2008) cayeron 51 mm de lluvia en una hora y media y se registró  una rapidez de 232.2 mm/hora (Según estación UCA).  Como muestran estos datos, no se trata de realizar solo obras de mitigación, se trata de resolver el problema esencial de exclusión y pobreza en la que viven  las mayorías del país y se trata de parar el crecimiento desmedido de la ciudad de San Salvador principalmente en las zonas altas.

Fuente: Estación meteorológica de la UCA, días 3 de julio de 2008.


Con este nuevo desastre, el país debe actualizar sus indicadores de Gestión de Riesgos y retomarlos para planificar su desarrollo.  Uno de ellos, el Índice de Vulnerabilidad Aparente (IVP) que mide las condiciones predominantes de vulnerabilidad del país en términos de exposición en áreas propensas a desastres, su fragilidad socioeconómica y su falta de resiliencia indicaba que el país, para el año 2000, estaba en la posición dos de doce países estudiados, es decir, el segundo país más vulnerable a desastre como se observa en la tabla(Indicadores de riesgo de desastre y gestión de riesgos : programa para América Latina y el Caribe; informe resumido / Omar Darío Cardona A, BID, 2005).

País
IVP por exposición física
IVP por fragilidad socioeconómica
IVP por falta de resiliencia
IVP promedio
JAM
56
32
64
51
SLV
48
33
62
48
GTM
28
34
79
47
DOM
41
26
60
42
TTO
45
24
56
42
ECU
35
23
60
39
ARG
39
28
49
39
MEX
29
25
61
38
PER
22
16
70
36
COL
18
31
55
35
CRI
39
18
43
33
CHL
15
15
45
25



La pregunta ahora es ¿Hasta cuándo el país tomará en serio los estudios de desastres y de gestión de riesgos que se publican año con año? La información disponible es suficiente para concluir que se debe cambiar el modelo de desarrollo del país y que la clave,  en el tema de los desastres,  es la reducción de la vulnerabilidad socioeconómica y disminuir la fragilidad ambiental. Esto lleva tiempo pero es necesario iniciar cuanto antes. Como se establecía en un reciente foro de Gestión de Riesgos en la UCA: los desastres son evitables y todos tenemos responsabilidad en que no sucedan.


(*) Académico y colaborador de ContraPunto

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